jueves, febrero 15, 2007

Mensajes en una botella


Me preguntaba ayer por qué no había viajado por aquél sendero que me hace pasar buenos ratos mientras me dirige a la profundidad de mi alegórico viaje al bosque que tengo en mente desde hace unos años sacando los pequeños estragos que hay en mi. Hace unas horas escribí a quién debí hacerlo, esperando que mi botella regrese por la mar con una respuesta no poco alentadora. Ahora elegí el inmenso azul del mar, ya que no he pisado la tierra desde hace algunos días.
De repente, hace más de una semana hasta el día de hoy, mi estado de ánimo volvió a sucumbir y me he dado cuenta que esta vez hay cosas que influyen en él a pesar de no estar cerca de casa. Es difícil alejarse del todo y también es difícil no pensar en nada, excepto cuando estás en los momentos de reflexión dentro de aquello que ponderas como el "tu mismo". Cosa a la que no me estoy refiriendo ahora.
Hoy sólo pretendía escribir como siempre lo hago, y escribí para sentirme mejor, aunque siento los pies mojados aún, y el frio ha dado un viaje por mis nervios, así como acostumbra hacerlo por las noches congeladas, sólo que esta vez aún hay un poco de la luz de día.