miércoles, julio 16, 2008

Monstruos de Chocolate (Homenaje a Leonora Carrington en Xalapa)


Dos días bastaron para recorrer cuidadosamente sus obras presentadas. Impresionante escultura que proyecta más de una emoción. De bocetos grises a coloridas representaciones y pinturas hechas a la imaginación fantástica que me aturde en destellos deleitables.
Leonora Carrington es una muestra fabulosa del surrealismo de los años 60, indiscutiblemente influenciada por el arte de Remedios Varo (personaje que tiene espacio aparte en este blog) Su obra nos lleva a los mundos menos imaginados y muchas veces a los más temidos…aquellos que bloqueamos en la infancia, aquellos en los que Leonora afablemente se encuentra instalada para hacernos recorrer la fuerza de la imaginación. Una obra para muchos “oscura” que yo encuentro fantásticamente detallada y con un acento en el minimalismo de los animales…Encuentra en ella la belleza, disfruta lo desconocido, lo inimaginado, lo que simplemente está sólidamente establecido en la mente de Carrington y lo que irónicamente los expertos etiquetan como irreal…

Metamorfosis de reconcomios



¿Qué te hace pensar que mis líneas son para tu persona?
Mis manos funden la tinta con mis pensamientos en memoria de alguien que ya no existe. Aquí dentro, donde mora lo que siento, sólo queda el recuerdo indisoluble que se mueve en círculos que impulsan a convertirlo en el leguaje que ya no se disuelve en la piel, sino en los pensamientos efímeros de quienes los leen…


miércoles, julio 09, 2008

En tus zapatos


Te entiendo, te juro que te entiendo,
sé lo que es amar de verdad...
Te entiendo, los sentimientos no se fuerzan,
no se entregan a quien no se ama,
te entiendo, te juro que te entiendo,


¿ Comprendes?
Los míos jamás se esforzaron para sentir,
fluyeron en la miel de tus ojos
y sin ningún esfuerzo por intentar amar,
cayeron hasta el fondo; allí donde cuesta mucho
trabajo volverlos a sacar...


miércoles, julio 02, 2008

Frozen

Tiene atravesado el sentimiento en el pecho, enredada sensación a la que quisiera decirle que desaparezca pero, ¿cómo otorgar otro sentimiento al corazón para que se distraiga? ¿Cómo explica al tonto que no vale la pena albergar recuerdos que le dañan? Ayer pasó por un paro de golpe, la calle impregnada de humedad enfriaba sus pies calándole los huesos, tal como el temple de quien decidió cobardemente retirarse…
Era efecto del mismo instante, conectado a los cables del cerebro, bombardeó sangre con tal fuerza que un escalofrío recorrió su cuerpo hasta hacer brotar por los ojos la sal…
El pulso acelerado y la respiración no la dejaron caminar y entre el bullicio de la ciudad ausente, las rodillas vencidas ante la banqueta no hicieron más que detenerse en el instante más largo de su trayecto. ¿Qué pudo revolverle el alma de esa manera?

Hace tiempo ya que quedó vacía una aurícula, el cerebro decidió no enviar sangre ni oxígeno por sus conductos de manera que deje de transmitir impulsos de toda clase, ha quedado congelada de tal forma que a pesar de su muerte sigue estando allí alimentada por las células ermitañas que se niegan a morir.
Por las tardes de cadencias islandesas, de nuevo las anémonas de luz transmiten imágenes a sus ojos, invadiéndola de recuerdos necios que con la mirada detenida en un punto fijo trata de congelar…

Estoy Leyendo...


Recordar: Del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón.

El libro de los abrazos de Eduardo Galeano, un fascinante recorrido por espacios, lugares y hechos inimaginados que esbozan la vida, la gente, el arte, el mundo, las pasiones… De abrazos hermosos que recorren la piel y los pensamientos en cada instante que leo una historia de aquellas que sólo Galeano nos puede narrar. Revelaciones colombianas, del mundo y del montón de fueguitos que brillan con luz propia. De aquellas que te enseñan que se llora para que la otra persona sepa que lo queremos mucho. Un libro alucinante que te lleva a pensar en ti y en el extraño mundo con el que convivimos al día.

La Noche/4
Me desprendo del abrazo, salgo a la calle.
En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna.
La luna tiene dos noches de edad.
Yo, una. (Pág. 84)

Profesión de fe
Sí, sí, por lastimado y jodido que uno esté,
siempre puede uno encontrar contemporáneos en cualquier lugar del tiempo y compatriotas en cualquier lugar del mundo. Y cada vez que eso ocurre, y mientras eso dura, uno tiene la suerte de sentir que es algo en la infinita soledad del universo: algo más que una ridícula mota de polvo, algo más que un fugaz momentito. (Pág. 231)

La Ventolera
Silba el viento dentro de mí.
Estoy desnudo. Dueño de nada, dueño de nadie, ni siquiera dueño de mis certezas, soy mi cara en el viento, a contraviento, soy el viento que me golpea la cara. (Pág. 258)