Entre los
documentos más importantes para el estudio de las culturas mesoamericanas,
encontramos en el códice Borgia la representación de ocho diosas entre las que
figura “Cihuateotl". En este códice, la concepción de Gran
Madre, era un arquetipo para las mujeres que morían al dar a luz en su primer
parto. Eran las Cihuapipiltin “mujeres
nobles” o Cihuateteo “Mujeres
divinas” mujeres valientes Mocihuaquetzque,
divinizadas y adoradas con amplias facetas de índole mágica (Díaz y Rossel
1996).
En el capítulo X
de la obra de Sahagún (1677) las diosas llamadas cihuapipiltin recibían ceremonias que hacían a su muerte. Describe
que estas mujeres andan juntas por el aire, y aparecen cuando quieren a los que
viven sobre la tierra, a los niños y las niñas los perjudican con enfermedad y
parálisis entrando en sus cuerpos:
“Y decían que andaban en las encrucijadas de los
caminos haciendo estos daños. Y por esto las madres y padres vedaban a sus
hijos en ciertos días del año en que tenían que descendían estas diosas que no
saliesen fuera de casa, porque no topasen con ellos destas diosas, y no los
hiciesen algún daño. Y cuando alguno le daba perlesía o otra enfermedad
repentina, o entraba en él algún demonio, decían que esta diosa lo había
hecho.[…] La imagen destas diosas tienen la cara blanquecina, como si estuviese
teñida de color blanco […] lo mismo los brazos y piernas. Tenían orejeras de oro; los cabellos tocados como las señoras, en sus
cornezuelos; el huipil era pintado
de unas olas de negro; las naguas tenían labradas de diversos colores; tenían
sus cutaras blancas. (Sahagún Libro VI. Cap. XXIX ).
Análogo al
aspecto “malévolo” descrito por Sahagún, la mujeres destinadas a morir en
parto, eran consideradas también como Guerreras. Según Soustelle (1940:52), son
ellas las que se vuelven Cihuateteo
del Occidente, las que acompañan al sol, durante la segunda mitad de su curso
diurno. Sobre este aspecto divino, Soustelle remarca que su muerte es dada por
el sol y la tierra al ser elegidas para sacrificarse, siendo su destino
glorioso el volverse ellas mismas en diosas, reproduciendo a pequeña escala, el
drama cósmico de los tiempos antiguos.
En las
representaciones queda el lazo del pasado enterrado y resucitado por el
arqueólogo. Destinadas a renacer, las mujeres muertas en parto, son muestra del
concepto totalizante de la madre tierra y a su vez, parte del destino preeminente
del paraíso occidental, diosas divinas y valientes, metamorfosis humana que desde
su aspecto terrenal, recrean la escena mítica de los dioses.
Diosa ante su
destino de sacrificio, ante su feminidad imponente como dadoras de vida y su
intrínseca participación el ritus del
renacimiento, de la muerte. Es el cuerpo, la metáfora de la naturaleza que día
a día es devorada, en ella, reside la importancia de sus representaciones y
concepciones ideológicas en todos sus estados.
“Cada día amanece y el mundo es nuevamente devorado, yo
también estoy colmada de un dios, estoy llena de ignorancia y de
genio." Rosario Castellanos (1948-1971)