Llamaron a la puerta esta tarde, lo sé, pude oír sus pasos temerosos acercarse, miró de arriba a bajo, le agradó la armonía del color. Pensó en gritar, pero se arrepintió, luego entonces decidió buscar un timbre que no encontró, lentamente retrocedió unos pasos, pero estaba frente a la puerta y de pie, seguía esperando, esperando a que saliera, a que le oyera a pesar de no haber hablado. Entonces me levanté; estaba soñando que tocaba, me levanté haciendo caso a mi intuición , abrí la puerta azul, pero al salir ya se había ido...
Desesperado caminó despacio, arrepentido de haber ido hasta la puerta y no haber tocado, caminaba sin sentido y se arrepentía de no haber dado al menos tres golpeteos con los puños, miró a lo lejos, se dio cuenta que había alguien, pero ya alejado no vio con claridad, sintió una presión en el pecho, pero fue tan cobarde que no optó por dar vuelta a la vía tomada. Más tarde, por la noche, acostado frente a su ventana, a la luz de la blanca luna, recordó su viaje, soñó que tocaba la puerta y que como dos gotas cristalinas le miraban unos ojos negros.
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