Transferir significa pasar de un lugar a otro, este vínculo se posibilita entre dos personas a través de una manifestación consciente en el que uno de los personajes no logra precisar racionalmente el tipo de vínculo que establece con el otro, creando una expectativa ideal del YO. La relación transferencia entre uno y otro puede evidenciarse en el hecho de que el otro nos frustra o nos satisface, nos provoca amor o incita nuestro odio, nos reconoce y autoriza como docentes o nos elimina con su rechazo o con su indiferencia. Se somete o se revela, acata o transgrede, devora o enriquece, dosifica o empacha, ama u odia con todo el poder de su función...
El valor de la transferencia reside en llevar al otro a observarse a sí mismo, pasando a un estado de espejo en el que se refleje, asimile aspectos, propiedades, atributos, o simplemente se transforme, buscando un ideal al que se aferra...
En este encuentro de lo real, revela un momento de identificación con el otro, que con el tiempo sufre una regresión manifestada en un espacio temporal, dando paso a la repetición de patrones o a la transformación total de los mismos si se quiere dar un nuevo comienzo. De esta forma, se llega al comienzo de ciclos renovados o a la intensa monotonía de la repetición de cánones en el que uno de los dos no se dará cuenta hasta el colapso autodestructivo de si mismo, disolviendo todo lo que logró, sin darse cuenta del inminente retorno a su ciclo repetitivo.
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