Mientras el movimiento constante del autobús la lleva hacia el sureste de la capital, sus ojos observan cada uno de los movimientos de la gente, el paisaje transformado por la mancha urbana, la cotidianeidad de una ciudad inmensa, también lee los anuncios contaminados por la competencia de la publicidad, ese afán de superponer afiches por ser ante todo visibles...
A lo lejos un mural en blanco y negro, son cuerpos femeninos en reposo, rodeados por pequeñas cintas onduladas en las que se plasman imágenes de personajes conocidos, en la esquina superior un pintor rotulado en la pared, al mismo tiempo dando la idea de que escribe un mensaje largo con la brocha gorda que apenas entreleyó por la velocidad a la que la llevaba el autobús: "Has de tus ojos, miradas imposibles..."
Tomó el lápiz y la libreta azul que siempre le acompaña, anotó la frase, volvió a repetirla en su cabeza sembrando la duda ante el deseo ínfimo de traslapar lo leído a sus constantes recuerdos, destapó el frasco de cristal de su bolsillo y aleteó en el fondo el pequeño esbozo de una sonrisa, bajó la mirada mientras cerraba la libreta y escribía la fecha de hoy, también selló el frasco, una hora después, al bajar del transporte colectivo, observó el cielo obscuro y abrillantado, era el brillo conocido que solo refleja la luna llena, tomó un respiro y caminando unos cuantos pasos volvió a casa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario