viernes, mayo 28, 2010

Compendio Olvidado


Estaba desechando archivos inservibles, de esos que solo hacen espacio en la memoria de tu computadora y no sirven para nada. Me encontré con un archivo que se llama Fin de año, dentro encontré escritos con diferentes días, fechas y horas del último mes del 2008, me preguntaba por qué no había publicado nada de eso en las paredes de esta cueva, quizá en aquel momento me pareció una tontería, ahora que los leo me he encontrado con algunos que me hacen reír, otros recordar con cierta melancolía lo que sentía en ese momento, es por ello que evitaré publicar aquello que entristeció el alma y retomo el poco humor que me sorprendió hallar a pesar del desastre personal, en fin, un compendio cortico de cosas que pasaron por mi mente y seguramente tuve pena de plasmar... ¿y por qué no? -dije- quizá a alguien más le de risa.

Milagros inesperados




Volví a oír la renuente voz de la mujer que me vio crecer y me dio la vida... Estaba tan intrigada por oírle hablar de aquello que pasa en su mundo raro, así que pregunté:

-¿Que ha sucedido en las escaleras?

Desde la última vez que las observé las paredes no estaban manchadas de negro y tus ídolos se veían más adornados de lo que hoy les veo.

- ¡Que no son ídolos chamaca!

... Sucede que una noche os he prendido una veladora al santo para que hiciese el milagro de protegerme de vuestro padre, me fui a dormir tranquila y me he olvidao soplarle a la mecha de la veladora de canela.

- ¡Vieja loca! ¿y cómo no se a fijado que podía ocurrir un accidente más grande?

-Es dios que os ha protegido hija, verás que había una mesa pequeña, un niño dios y una biblia debajo del cuadro. A la mañana siguiente cuando iba bajando las escaleras vi casi todo consumado, y me he dado cuenta que el fuego consumió todo el festón que adornaba el cuadro del sagrado corazón, pero ese mismo cuadro de madera y cartón ha quedado intacto... le he dado vuelta para verle y por la parte de atrás ha quedado todo tiznado dejando en blanco solamente la silueta del cristo... ¡Os digo que ha sido un milagro!...

¿O cómo te explicas que no me ha pasado nada a mi ni al cuadro aquél, mientras que la mesa ha quedado en cenizas con todo lo que tenía?

- Pues supongo que son sus ideas locas... ¡Lo que ha tenido usted es suerte!, ¡vaya que si!

-Ya verás que te lo enseñaré y lo verás clarito, pero tú que eres atea nada te convence!

- Ooh, le digo que no se enoje, es nomás por hacerle entender que debe tener cuidado...

es más, yo sólo quería escuchar la historia...


Cléonides en un mundo transverso



Llevo recorrido 54 mil 985 millones de pasos, en el antepenúltimo paso dado me encontré de nuevo con Cléonides, ese extraño personaje que cada vez que se topa con mi espalda la toca tan sólo para saber como voy en mi mundo recorrido por doquier.

Esta vez le he dicho que todo va bien (mentí un poco), que la vida aquí parecía pintar rosa al parecer (volví a mentir), no te preocupes, parece que a los amigos les va cada vez mejor, si no han llamado es porque no hay malas noticias (y sonreí).

Entonces con una voz triste me ha dicho acongojado: ¿por qué de pronto en mi camino parece ir todo de mal en peor?... Las flores de la vereda por donde paso han tornado sus colores oscuros desde ayer en la noche, ya descubrieron que si sus colores son claros y lindos terminan cortándolas o devoradas por los insectos. Hay personas con las que me he topado y todo el tiempo mienten diciendo palabras falsas para hacerte sentir menos mal... Pero finalmente nunca dicen la verdad... Ayer descubrí que a nadie le importa lo que pase con el mundo mientras ellos estén bien. Definitivamente estoy sintiendo que estoy caminando en un mundo raro... o quizá, ¿me metí por otro sendero?

Cleónides, -asenté con la mirada- Apenas llevas recorrido 12 mil 700 pasos... Ya te dije que no preguntes más a los que van en frente de ti, todos van dando la espalda... pregunta a los que has dejado atrás, es más probable que cuando voltees hacia ellos les veas la cara (mentí de nuevo). Y con ojos tristes se quitó el sombrero y rindiendo sus piernas al suelo se sentó en la banqueta y susurró: Poff, entonces ya no quiero volver a caminar...


Cuento



Cuento que cuento un cuento que estoy por contar...

Cuento que cuando estaba por iniciarlo, mi voz se inhibió y no quiso contar...

Cuento que no hay más cuentos que esta forma de hablar...

Y si os quieren leer este cuento que no quiero contar,

es porque el cuento se me ha olvidado ya.

Entonces cuento un cuento que ya he contado de más...

Y cómo me doy cuenta que este cuento os aburre, intento ya no contar.



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