sábado, julio 31, 2010

Malestares



Este es un relato verídico, la comida me hace mal cuando las palabras “faltas de educación” resuenan en mis oídos. Somos cuatro amigas, dos sin verse en la semana. Va la cena, yo invito por el placer de verles juntas y platicar. Son casi las 12 y vamos a ese asadero tan "famoso", ellas dos se besan, ordenamos la cena. Es normal verles de la mano desde hace siete meses de enamoramiento. Mientras yo platico con mi amiga que hace años no veo, estoy desesperadamente comiendo porque mi trabajo en viernes nos dejó sin hora de comida tras un recorrido exhausto bajo lluvia y lodo. Son casi la 1 a.m, lo menos que quiero es hablar del trabajo, lo menos que quieren es que les molesten.

Y de repente se acerca aquél, os habla al oído a ambas que se toman de la mano para decirles que por favor se contengan de sus muestras de amor, ya que hay muchas familias y niños en las otras mesas... Y, “se ve mal, pues...”. A penas logro escuchar lo que dice el "ingenuo mesero" y ya me siento indignada y con malestar. Mi amiga justamente viene contándome de un curso de género y derecho con gente de la ONU, ¿Que no hay derecho?. Quizá en otro tiempo me hubiera quedado en silencio, pero mi molestia es más grande, la ofensa es aún mayor. Desde luego, ellas lo miran directamente a los ojos, ella tranquilamente le contesta que si tiene idea de lo ofensivo y falto de respeto que acaba de hacer (desde luego no lo sabe, ni le interesa saberlo)… él se queda callado, y repite con voz entre cortada: “Discúlpeme, no es que esté en contra, no, pero se ve mal”.

¿Se ve mal?, señores y señoras, niños y niñas, ¡es una vergüenza señor!, que en pleno siglo XXI usted me salga con esto en un lugar como este -aludo-.  Ni siquiera he terminado mi té y ya tengo malestar estomacal, me quiero ir de ese lugar… y me voy, somos 4 ofendidas, no dos. También quiero hablar con el gerente, que desde luego, no es el que se acerca a decir que si lo es. El mesero se esconde, no es él quien se atreve a traer la cuenta. ¿Por qué será?

Y… llegó a casa, me despido en el taxi de mi amiga con ese mal sabor de boca, respiro hondo y saludo al dálmata que está encerrado en aquella reja y que aún mueve la cola, enciendo la lámpara y le cuento a Calif –aunque no hable-, es la única manera de sacar el enojo que traigo dentro, sino no duermo… Ya he aprendido. Ya no espero, lo detesto, lo crítico y lo analizo, tampoco me quedo callada. De eso se trata la ruta de la equidad… De eso y mucho más.

3 comentarios:

  1. quedarse callado...es la muerte en vida.

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  2. :) Coincido con eso y más...

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  3. ¿Ingenuidad o ignorancia?

    No concibo como podemos tener este tipo de retroceso, como alguien puede atropellar tu integridad de tal manera, pocas veces me he sentido tan ofendida, lo cierto es que no debemos callar, como bien dices, desde hace mucho ya es tiempo de hacer conciencia, de no contenernos...

    La homosexualidad no es una enfermedad, la homofobia si...

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