sábado, enero 22, 2011

Al Sur


Llevo año y medio, si no es que más sin ir a CASA! 
Esta semana hablé con mi madre para decirle que quería verle en su hábitat natural, y lo digo así, porque a mi madre si que la veo, pero a ella en su casa adorada de donde no quiere irse, es difícil, por las distancias y cuestiones del maldito dinero... y quizá también mi renuencia a volver al sur. Estaba pensando que ya era tiempo de regresar cuando otras voces me dijeron, ve! ya es tiempo!. No suelo hacerle caso a mi intuición, pero el tiempo me ha enseñado que debería hacerlo más seguido.

Actualmente la casa de infancia se volvió un lugar de renta de cuartos y la mini alberca se volvió un algibe cerrado, el bosque tropical, creo que aún se conserva gracias a los dotes de botánica de mi madre. 
Ya no hay perros, tampoco el gato negro de mi madre...Pancho se fue en busca de novia y jamás volvió, quizá murió en el intento. -Quizá debería regalarle un nuevo gato a mi mamá-

 Ah vaya recuerdo de esa casa, me dan ganas de acostarme en la cama inamovible con base de semento y mosaicos, despertar y oír más pájaros de lo normal hará bien. Aunque las cosas ya no sean como antes.
Tantos recuerdos de la familia, de mis padres cuando aún estaban juntos, cuando mis hermanas aún no se casaban, de mis vecinos adorados que jamás se han dejado de comunicar...Ir al sur de nuevo puff!!! Tengo ganas de visitar la playa en la sierra, de llevarme a mi madre a caminar por la arena y tal vez jugarle una broma pesada como la que ella solía hacernos cuando íbamos caminando muy campantemente  por la orilla. ¿Por qué no?, le hablaré a mi papá para comer... ¿que será de él en su otro hábitat? a ese individuo tan loco no lo he visto como a la casa, quizá el msn me ha dado indicio de su existencia y su elevada fé en dios, pero creo que es hora de ver a don galleta. 

Quizá pueda invitar a mi primo para que lleve la jarana, o mas bien el jembé que es lo que más le agrada, tengo ganas de perderme en el sol del sur, viajar en los autos viejos y ruidosos...ir al ejido donde las gallinas de mi padre son resguardadas de los zorros hambrientos, dónde las vacas reconocen el sonido del motor del loquito que llega a darles de comer. O tal vez, tal vez...sólo nadar en el agua dulce y fría de la cascada de Soteapan. Comer carne de chinameca, la barbacoa de mamá...Será mejor que tome mis maletas ya.


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